Aunque sólo es mediodía, en ningún sitio como en Jogüarts el invernal ocaso languidece sobre las cúpulas con mayor esplendor diabólico. Los alumnos se juegan la virginidad a los tazos con los sátiros de jardín, y los duendes bailan “La Macarena” extasiados, antes de irse a comprar el último disco de Bullet for my Valentine.
En la vorágine de frenesí, sobreviene el primer fogonazo de la luna, reptando por los lujuriosos cabellos de las becarias. Torrentes de hidromiel brotan de coños inescrutables. Los jovencitos empuñan su pene con su ardiente impulso natural. Avon llega con un cargamento de afeites de oferta (el dragón guardían tiene órdenes de usar su aliento de 80d6 si aparece) y todo huele como a gominolas fermentadas en ignotos rectos.
Poco importa que gracias a muchos prepúberes de la escuela las acciones de Dodot hayan alcanzado límites insospechados y que Nutribén patrocine la mitad de los eventos del Club de Literatura de Jogüarts. La cándida languidez de las estrellas vespertinas invita a alimentar las gónadas con lírica pura. Y bien, cosa mala cuando están a rebosar y lo único que ansían es soltar su ubérrima carga. Pero la literatura es lo primero.
No se vio cosa igual desde que Doña Adelaida dirigía la sección de consultas de la “Vale”. Gran cosa es esa, a fe de director de Jogüarts que los jóvenes lean cuando la cálida naturaleza se adormece y las leyendas, como el fantasma de Torrebruno, cobran vida en los bosquecillos que rodean Jogüarts. ¡Ahhhh, que fragancia sin par! Faralla y Calimotxo a partes iguales; Casa Paco hace su agosto, y en Dulcihora se regocijan, siniestros.
Con inusitada masculinidad entra en escena Joel Jordan Adrian Gestalt van Degorrix, nuevo alumno de Reibenclou, trazando vertiginosos círculos por entre los Nomeolvides marchitos, con ese desparpajo natural de los que tienen los huevos llenos de amor. Y tan grandes son los suyos que los arrastra por el suelo, cual paquidermo con hidrocele, mientras la baba –ya sea por lubricidad, ya por infantilismo- le gotea en húmedas cascadas por la boca. Y maravilla de las maravillas: se desliza en ríos hasta Martita Piquifucio, la gafenta y emorroide (no es una errata) directora de club de Onomatopeyas, alumna tan popular como el DDT en Menzoberranzán, pero de corazón atormentado y sensible, que sufre horrores mientras el conejito de duracell tamborilea una y otra vez sus dulces ritmos orientales sobre una mustia pepitilla prepúber.
“Se querían, sabedlo, se querían como la luz, labios azules en la madrugada…” azules de soledad y de ausencia, claro está, pero el poeta nunca se equivoca. El caso es que las babas brotan a mares; Aquilino Putaino, el confesor de Jogüarts, da visto bueno a tan desaforado amor, y los jóvenes algún día se casarán. Y no sonará marcha nupcial alguna sino el “Amo a Laura” y, pasarán la noche de bodas, y todas las noches de sus vidas en adelante, languideciendo a la luz de Selene enfebrecida, en virgínea pristinez, previa castración pública de Joel Jordan etc… que resulta ser…(ojito) VAMPIRO.
La literatura es así: abunda en finales felices. Sobre todo cuando se escribe con el culo un libro hediondo: porque apesta a caramelos, gomaespuma, incienso y pipí a partes iguales. Opus-culo! Así que… LE QUITARÉ CINCUENTA PUNTOS A GRIFFINDOR!!!!
En la vorágine de frenesí, sobreviene el primer fogonazo de la luna, reptando por los lujuriosos cabellos de las becarias. Torrentes de hidromiel brotan de coños inescrutables. Los jovencitos empuñan su pene con su ardiente impulso natural. Avon llega con un cargamento de afeites de oferta (el dragón guardían tiene órdenes de usar su aliento de 80d6 si aparece) y todo huele como a gominolas fermentadas en ignotos rectos.
Poco importa que gracias a muchos prepúberes de la escuela las acciones de Dodot hayan alcanzado límites insospechados y que Nutribén patrocine la mitad de los eventos del Club de Literatura de Jogüarts. La cándida languidez de las estrellas vespertinas invita a alimentar las gónadas con lírica pura. Y bien, cosa mala cuando están a rebosar y lo único que ansían es soltar su ubérrima carga. Pero la literatura es lo primero.
No se vio cosa igual desde que Doña Adelaida dirigía la sección de consultas de la “Vale”. Gran cosa es esa, a fe de director de Jogüarts que los jóvenes lean cuando la cálida naturaleza se adormece y las leyendas, como el fantasma de Torrebruno, cobran vida en los bosquecillos que rodean Jogüarts. ¡Ahhhh, que fragancia sin par! Faralla y Calimotxo a partes iguales; Casa Paco hace su agosto, y en Dulcihora se regocijan, siniestros.
Con inusitada masculinidad entra en escena Joel Jordan Adrian Gestalt van Degorrix, nuevo alumno de Reibenclou, trazando vertiginosos círculos por entre los Nomeolvides marchitos, con ese desparpajo natural de los que tienen los huevos llenos de amor. Y tan grandes son los suyos que los arrastra por el suelo, cual paquidermo con hidrocele, mientras la baba –ya sea por lubricidad, ya por infantilismo- le gotea en húmedas cascadas por la boca. Y maravilla de las maravillas: se desliza en ríos hasta Martita Piquifucio, la gafenta y emorroide (no es una errata) directora de club de Onomatopeyas, alumna tan popular como el DDT en Menzoberranzán, pero de corazón atormentado y sensible, que sufre horrores mientras el conejito de duracell tamborilea una y otra vez sus dulces ritmos orientales sobre una mustia pepitilla prepúber.
“Se querían, sabedlo, se querían como la luz, labios azules en la madrugada…” azules de soledad y de ausencia, claro está, pero el poeta nunca se equivoca. El caso es que las babas brotan a mares; Aquilino Putaino, el confesor de Jogüarts, da visto bueno a tan desaforado amor, y los jóvenes algún día se casarán. Y no sonará marcha nupcial alguna sino el “Amo a Laura” y, pasarán la noche de bodas, y todas las noches de sus vidas en adelante, languideciendo a la luz de Selene enfebrecida, en virgínea pristinez, previa castración pública de Joel Jordan etc… que resulta ser…(ojito) VAMPIRO.
La literatura es así: abunda en finales felices. Sobre todo cuando se escribe con el culo un libro hediondo: porque apesta a caramelos, gomaespuma, incienso y pipí a partes iguales. Opus-culo! Así que… LE QUITARÉ CINCUENTA PUNTOS A GRIFFINDOR!!!!